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La mentalidad lo es todo para Alexander Zverev

Posee un talento innato para afrontar los altibajos de la vida y utiliza su fuerza mental para enfocar su gran objetivo de convertirse en el mejor tenista del mundo.

A pesar de ser muy joven, Alexander Zverev ha visto y vivido muchas cosas. Es el segundo jugador más joven en formar parte del top 10 de la ATP, se convirtió en el campeón de la Copa Masters con 21 años y, durante algún tiempo, miró el mundo del tenis desde las alturas. No tardó en darse cuenta de que esto no duraría para siempre y que para llegar a la cima se necesita algo más que un talento excepcional y un gran servicio.

La fuerza mental lo es todo

Supongo que para cualquier deportista profesional, pero especialmente para un tenista como yo, la fuerza mental es fundamental. Cuando sales a la pista solo estás tú. A diferencia de los deportes de equipo, solo puedes confiar en ti mismo, así que sin una actitud adecuada no hay nada que hacer.

Conocí el éxito desde muy joven: alcancé mi primera semifinal de un ATP 500 en Hamburgo, mi ciudad natal, con 17 años, gané mi primer Masters 1000 a los 20 años y logré la Copa Masters a los 21. Pero, de repente, en 2019 me topé con mi primer muro. Tenía un montón de problemas personales y no sabía cómo afrontarlos. Mentalmente fue muy duro, porque nunca había vivido una situación así. Estaba acostumbrado a progresar, a subir de ránking, a mejorar... pero la vida a veces te trae otras cosas.

Aprender a manejar tus expectativas
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El año 2020 empezó mal. Disputé la ATP Cup y me sentía cansado. Estaba enfermo. Volvieron los problemas que tuve en 2019 con mi servicio y perdí los tres partidos. No tuve ni la más mínima oportunidad de ganar esos partidos. No era el jugador que quería ser.

Justo después de esa competición, fui al Abierto de Australia sin expectativas. No pensaba pasar de cuartos o de semifinales. Sabía que tenía que ir partido a partido. Lo bueno de todo esto es que pensar así me relajó.

Juego al más alto nivel cuando no siento la presión y encaro un torneo sin expectativas.

Cada partido mi juego mejoraba. De repente, me había plantado en los cuartos de final sin perder ni un solo set. Ahí es cuando volvieron a aparecer las expectativas. Perdí el primer set por 6-1 en 20 minutos. Poco a poco me metí en el partido y gané los siguientes tres sets. Estaba en las semifinales de un Grand Slam por primera vez en mi vida.

Por resumir, perdí contra Dominic Thiem en el siguiente partido, pero enseguida me di cuenta de que, pese a la derrota, ya había ganado mucho en ese torneo. Aprendí mucho sobre mí mismo y sobre los aspectos mentales del juego.

Trabajar en ti mismo en los buenos momentos, no cuando las cosas van mal

La vida de un deportista profesional estará marcada por los altibajos. Puedes pasar de ser el campeón de la Copa Masters un año a vivir el peor momento de tu carrera al año siguiente. Así son las cosas.

Quedar atrapado en el barro es el mayor error que puedes cometer. No debes evaluar todo lo que te pasa en los momentos complicados, sino encontrar formas de mejorar cuando estás en lo más alto.

Volviendo la vista atrás, cuando fui número tres del mundo, debería haberme esforzado más en ese momento. Es fácil hacer cambios cuando entras en pánico, pero el mejor momento para mejorar es cuando estás arriba, cuando no hay estrés y la cabeza está despejada.

Cuando te enfrentes a desafíos, inspírate en los que te rodean

La presión es algo difícil de gestionar y aparece en los momentos más inesperados. En esas etapas, es mejor dar un paso atrás y dedicarle tiempo a tus amigos o a tu familia.

Para mí, mi familia lo es todo y les debo mucho por ayudarme a ser el jugador de tenis en el que me he convertido. Mis padres abandonaron la Unión Soviética en 1991 y se instalaron en Alemania, un país cuyo idioma no hablaban, donde no conocían a nadie y tuvieron que empezar completamente de cero.

Ambos hicieron un esfuerzo enorme y nos enseñaron a mi hermano y a mí todo lo que sabemos. Eso hace que valore mucho más todo lo que tengo ahora. Hicieron de mí la persona que soy hoy. Y sé quién soy. Soy Alexander Zverev y sé que algún día seré el mejor tenista del mundo.

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